DECLARACIÓN DEL FORUM INFANCIAS ANTE LO EXPRESADO POR EL DECANO DE LA FACULTAD DE PSICOLOGÍA DE LA UBA

Ante las declaraciones del Decano de Psicología de la UBA Lic. Jorge Biglieri, vertidas en una entrevista publicada en el diario Clarín el sábado 4 de julio próximo pasado, la Asociación Civil Forum Infancias considera pertinente dar a conocer su posición al respecto, por el impacto que sus conceptos pueden tener en la sociedad.

En primer lugar, sus explicaciones comportan un sesgo político que tuerce el pensamiento científico, imprescindible a la hora de acompañar a las políticas en salud en uno de los momentos más difíciles y traumáticos por los que atraviesa la población de nuestro país y del mundo. Plantear que las personas están “encerradas” y no han firmado ningún consentimiento para este “experimento”, es prueba del derrape conceptual en el que incurre.

Consideramos que la insistencia en poner a padecimientos como la depresión o el estrés postraumático, como consecuencia directa de la cuarentena, es ubicar de un lado a la vida psíquica y del otro la salud física, cuando sabemos que no hay salud sin salud mental y no hay salud mental sin salud, una dupla que viaja integrada a lo largo de nuestra existencia. Lo que más nos apremia es la pandemia y, la cuarentena, es una de las formas de enfrentarla.

La población no tuvo miedo al comienzo y luego se le fue induciendo. Al menos no se comprueba en los comportamientos que los trabajadores de la salud y la salud mental evaluamos. Las angustias se han incrementado no sólo como consecuencia del aislamiento social obligatorio sino de la realidad de una pandemia que, en otros países del mundo y en particular de América Latina, está haciendo estragos sin que se advierta aún su posible retroceso.

No está demostrado que el relajamiento de la cuarentena redunde en mejoras de la economía. Lo muestran las estadísticas en diferentes países y además es un dato sujeto a la corroboración empírica accesible a cualquiera de nosotros que vemos el cierre de lugares de trabajo a consecuencia del contagio.

La cuarentena ha permitido darle tiempo al sistema sanitario para incorporar recursos necesarios ante la crecida de casos esperables, amortiguó significativamente el número de infectados y decesos, mientras las investigaciones comienzan a esbozar un horizonte de posibles vacunas y tratamientos exitosos.

Debe consignarse que la mayoría de los especialistas más destacados en este tipo de desastres poblacionales advierten lo inapropiado de patologizar las reacciones psicológicas en estas circunstancias. Curiosamente, el entrevistado, preocupado por los temores atribuidos al manejo del Gobierno, no hace más que sembrar un panorama apocalíptico de lo que pueda resultar de esta situación luego de la crisis.

Su apelación a “ayudar a la gente a identificar sus emociones y sentimientos para que pueda controlar algunos episodios de salud mental” o de cómo “hay que” organizar una rutina diaria, parece sostenerse en una visión paternalista de la psicología y la pedagogía, que él también dice criticar.

Al mismo tiempo, con la idea de la responsabilidad individual, propone un “sálvese quien pueda” individual e ilusorio, sin tener en cuenta que los valores más importantes que pueden sostenernos como personas en estos momentos son la fortaleza del lazo social, la cooperación y la solidaridad. En temas de salud pública está en juego además de una responsabilidad individual, una ética social. De lo contrario podríamos caer en los mismos argumentos de quienes se oponen a la vacunación que es también de carácter obligatorio.

Asociar al Estado con la figura del padre en este caso es caer en una falacia psicologista. Resulta de interés en la clínica y en algunos análisis sociales reconocer la proyección de la figura paterna en entidades supraindividuales, pero es a las claras un argumento forzado a la hora de evaluar las políticas como las que se vienen implementando. Sencillamente porque no se trata de aquellos comportamientos y objetivos de la esfera individual que pudiesen estar afectados por un Estado paternalista que se aprovecha de ciertos resortes psíquicos. Estamos frente a un fenómeno que sobrepasa ampliamente la capacidad de resolución individual y precisamente requiere de un ente como el Estado que pueda consensuar, establecer en base a criterios confiables, reglas en común que preserven la salud colectiva y por tanto la de cada uno y una.

¿Qué mundo le proponemos a niñxs y adolescentes si les planteamos que no se cumplan las reglas de cuidado y les decimos que cada uno haga lo que le parezca cómo le parezca? No se trata de cuidarnos solos, se trata de cuidarnos entre todxs.

Sabemos que el aislamiento físico ocasiona un sinnúmero de perjuicios psíquicos a personas de todas las edades. Lo testimonian también colegas de otros países que se encuentran con pedidos de consulta de gran complejidad.  En particular, observamos niñes y adolescentes angustiados, tristes, alterados. Adolescentes y jóvenes dolidos por la pérdida de proyectos y la tristeza concomitante Al mismo tiempo somos concientes que esos padecimientos en nada se comparan con la pérdida de un familiar a consecuencia de lo que pudiese ser el avance descontrolado de la pandemia.

El lugar de los psicólogas y psicólogos es ayudar a sostener la vida, los deseos y los proyectos que es mucho más que “brindar herramientas” o “identificar emociones y sentimientos”. No podemos reducir a un posicionamiento político la complejidad de lo que estamos viviendo y desconocer la variedad de recursos y experiencias con que cuentan no sólo los psicólogos y psicólogas argentinas sino también todes los trabajadores de la Salud Mental.

Es necesario llevar tranquilidad y concordia a la población y no redundar en enfrentamientos que puedan empeorar el ya exigente desafío que debemos enfrentar en conjunto.

Asociación Civil FORUM INFANCIAS
Comisión Directiva

5 de Julio de 2020