«Proteger a las infancias y adolescencias, una responsabilidad de todos» (Viviana Malti)

Proteger a las infancias y adolescencias, una responsabilidad de todos

Hoy vivimos una situación inédita ya que nunca imaginamos que la escuela pudiera cerrar sus puertas de la manera repentina como nos impone esta pandemia que nos invade. La salud de todos requirió que se “suspenda la concurrencia a clases” y con este fin cesaron sus rutinas, y las aulas y patios quedaron vacíos.

La urgencia y la necesidad rápidamente puso en funcionamiento otros dispositivos y surgieron distintas propuesta de acuerdo a los recursos y posibilidades de cada comunidad educativa. En los contextos más desfavorecidos, los docentes construyeron distintas propuestas pedagógicas virtuales o entregaron junto con los alimentos, cuadernillos impresos con actividades para los alumnos que no acceden a los recursos tecnológicos.

¿Qué estarán haciendo nuestros alumnos y alumnas ahora?

¿Cómo van a transitar tantos días sin escuela?

¿Estarán bien?

¿Habrá surgido alguna situación que los inquiete, que los ponga en peligro?

Hace tiempo que la escuela dejó de ser solo lugar de enseñanza y aprendizaje para ampliar su tarea y transformarse poco a poco en el lugar garante de derechos por excelencia. Los niños, niñas y adolescentes aprendieron (al igual que sus docentes) que la escuela está para escucharlo y protegerlo. La escuela agudizó su mirada y en el marco de las leyes de protección de derechos, se llevaron a cabo intervenciones concretas.

¿Pero qué hacemos si hay maltrato, abuso, desamparo y la escuela está cerrada?

La escuela[1] puede ver un golpe en una cara, ojos llorosos, miradas tristes, la inquietud del hambre, el frío en el cuerpo y en esa mirada que abre a la pregunta que genera la confianza para que los estudiantes cuenten su padecer.  Las familias también recurren a la escuela en busca de ayuda y orientación ante hechos de desamparo y/o necesidad.

Pero hoy, el coronavirus nos obliga a estar en casa, puertas adentro. En una casa segura esto no debería inquietarnos ya que es un tiempo distinto, de espera, donde en el peor de los casos niños y adolescentes se aburren, pelean, pasan más tiempo frente las pantallas, aprenden más o menos. Pero ¿Qué ocurre cuando sabemos que las condiciones mínimas no están garantizadas y el adentro es tan peligroso como el afuera?

El maltrato infantil y el abuso sexual infantil constituyen problemáticas alarmantes en nuestra sociedad, y niños y adolescentes encuentran en la escuela un lugar de protección. Cuando la escuela toma conocimiento de hechos de tal naturaleza debe accionar de forma inmediata ante los organismos correspondientes no solo para que se pongan en funcionamiento medidas de asistencia y amparo sino, porque ASI y Maltrato Infantil son delitos que requieren el accionar de la justicia. 

Ante una situación como la actual donde hay dos puertas cerradas, la de la escuela y la de las casas; la incertidumbre y el miedo aparecen, porque sabemos que muchos niños y adolescentes están en riesgo. Si bien los docentes estarán alertas desde los dispositivos pedagógicos que han implementado, tienen pocas posibilidades de tomar conocimiento para intervenir. No obstante, deben estar más atentos que nunca, dialogando con sus alumnos, escuchando lo que les ocurre y articulando distintas acciones posibles desde lo escolar y con los servicios locales.

Hoy casi todos los municipios cuentan con organismos de protección de derechos, pero su modo de funcionamiento es muy diverso. Algunos trabajan a la par con las escuelas y articulan acciones generando buenas intervenciones, otros tienen cierta impermeabilidad al trabajo compartido ya sea por prácticas burocráticas, por incompatibilidad de criterios o por carencia de profesionales para dar respuesta a la cantidad de demanda.

Sabemos que no vamos a ser los mismos después de la pandemia y la escuela tampoco. Por eso, dentro de la gama de reflexiones y aprendizajes que nos deja esta terrible circunstancia, reafirmamos la importancia de incrementar las políticas del cuidado:

  • Desde las aulas, con prácticas donde se ponga en juego la solidaridad y la tolerancia, el diálogo como forma de resolución de conflictos, la implementación de la Educación Sexual Integral como lineamiento y práctica imprescindible, para que todos sus alumnos puedan constituirse como sujetos con derecho a ser cuidados, a defenderse, a buscar refugio y protección frente al abuso, el maltrato y toda forma de violencia en todos los contextos y momentos de su vida.
  • Con los docentes para que frente a un relato de un estudiante sepan cuál es su responsabilidad y cómo actuar en los distintos momentos y con quienes.
  • Con las familias, dándoles más participación, incrementando los espacios de escucha, de diálogo que les permita reflexionar sobre la crianza y sus dificultades, para que en momentos de tensión y desborde no se recurra a la violencia, y para que el abuso no se naturalice o se oculte en el entramado intrafamiliar.
  • Con las instituciones de la comunidad, fortaleciendo el trabajo en red, dando visibilidad a sus recursos, construyendo estrategias de cuidado y sostén conjuntas, desde la interdisciplina y  peticionando a los organismos correspondientes políticas públicas más contundentes que den cumplimiento pleno a la Ley de Protección Integral de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.

Los niños, las niñas y los adolescentes requieren ampliar sus referentes confiables, y saber que frente a la adversidad pueden recurrir en cualquier momento a un vecino, a un organismo de protección de derechos, a un centro de salud, al comedor de la esquina, a la parroquia del barrio, ya que son lugares de cuidado y amparo cuando situaciones de desprotección irrumpen.

La escuela más que nunca es convocada a participar y generar trabajo en red, porque la protección de derechos de las infancias y las adolescencias no debe ser una tarea aislada sino una construcción en corresponsabilidad entramada en toda la comunidad, y en este sentido como educadores y como sociedad aún tenemos mucho camino por transitar.

Lic. Viviana Malti

Psicóloga y Psicopedagoga

Equipo Entramando Escuelas

Comisión Clínica y Educación

Asociación civil Forum Infancias

Abril 2020


[1] Escuela en tanto todos los actores que la constituyen maestros, profesores, EOE, directivos, auxiliares.