suicidio, autolesiones, escuela, entornos continentes

Lo autolesivo y la vivencia de vacío:
La Escuela como territorio de construcciones subjetivantes

En un contexto desestabilizado y en permanente cambio,
el Estado, la escuela y la familia, hallan fragilizada su función,
ya no contienen lo que antes contenían, consolidaban y ayudaban a producir:
la formación de un sujeto con herramientas para la socialización,
para "la producción de algún sentido para la vida"

Pensar la escuela hoy es, tal vez, introducirse en un terreno lodoso donde los adultos buscan (y se esfuerzan) por encontrar barandillas donde afirmarse frente a la adversidad cotidiana, y los niños y adolescentes esperan no caer (o salir) de un pozo interminable.

Ya no resulta atípico que se repita como constante la recurrencia de acciones y conductas autolesivas o autolíticas en adolescentes, que dejan al espacio institucional en los bordes de un barranco de incertidumbres, sin casi recursos para afrontar la coyuntura como también para afrontar el porvenir. 

No es extraño la permanente demanda de docentes de más y mejores herramientas institucionales para resolver situaciones de adolescentes (incluso niños y niñas) con angustia extrema, crisis que derivan en violencias, o las repetidas vivencias de agobio, desconcierto y/o incertidumbre extrema que se presentan a diario.

 

Estas palabras transitan el tiempo previo al comienzo de un nuevo ciclo escolar en Argentina con el agravante de una estructura cuestionada y desvalorizada que busca, insisto, algún marco donde sostenerse día tras día. 

¿Qué decir para no agregar más desolación y poder deslizar algo que articule alguna cuña, algo semejante a un manto que cobije, un sendero narrativo para reconstruirse en la difícil función de amparo social que la escuela porta desde sus inicios constitutivos?

Ser algo más que el espacio parental, un puente entre ese tiempo donde la cultura de cada familia es la dominante y un mundo al que los niños y jóvenes se ven arrojados a encontrar su lugar. 

Si el Estado no mira a la educación como esencial y las familias están en constante situación disruptiva, será la misma institución escolar y sus integrantes quienes requieran hacerle frente a un entorno adverso y re-conformarse a sí misma en sus valores y pilares fundantes: los del lazo social.

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Una adolescente de 14 años, buena alumna, luego de ser externada por sobreingesta medicamentosa grave, me dice en consulta sobre su escuela que, además de prestigiosa, conserva valores de excelencia entre sus paredes: 

¨Para mí no valen nada (los docentes). Ya no tenía nada. En casa el vacío, en la escuela la estupidez. Así que me ocupaba de terminar las tareas perfecto y listo. Nada hay importante. Si pudiera los mataría a todos, entraría a la escuela y listo. No les importa nada ni nadie, solo que terminemos la tarea, que no haya problemas en clase y que no traigamos problemas de la casa…Y bueno, yo no llevo ningún problema. El único problema fue no hacerlo bien (el intento de suicidio) ¨

Estamos en un tiempo que requiere reacomodar el lugar subjetivo que ocupamos para cuidar del lugar subjetivo de las generaciones venideras que, consternadas por un espacio globalizado de indiferencia aplastante por las necesidades básicas, rechaza el valor del intercambio humano fustigada por el ¨sálvese quien pueda¨. 

La consolidación de estructuras sólidas donde desplegar los deseos y los proyectos compartidos se impone como necesidad apremiante. No desviar la mirada, ni aún con razones valederas, es una responsabilidad que los adultos tenemos.

Los mitos circulantes hoy entre los adolescentes y prepúberes sobre las formas del alivio son las más preocupantes de las últimas décadas. Desde las laceraciones cortantes en brazos, piernas y zonas ocultas hasta las estrategias imaginarias más extremas para desaparecer y acceder a un mundo ideal donde el dolor no aparezca, ellos navegan con un puñado de recursos en cada mano: ¨no te hace nada, hay cosas peores¨, ¨ ¿qué me quieren enseñar si están peor que nosotros? ¨, ¨nadie va a acordarse de nadie así que la única marca que voy a dejar va a ser una sombra en el asfalto¨. 

Pienso cada vez más en articular junto a una clínica más precisa sobre el desvalimiento y las formas actuales del vacío, alguna construcción que comience en los años de la primera infancia, los del jardín de infantes. 

Si pudiéramos instalar algún recurso dentro del espacio educativo que refuerce los esbozos de una idea de reconstrucción, tal vez la tarea luego, la del espacio de la infancia y el de la adolescencia entren en combinación. Reconstruir la noción de reparación en la adolescencia es menos ardua si ya los adolescentes contaran en su psiquismo con la noción de que es factible. 

Si lo más arduo en la clínica de hoy es introducir la idea de reparar(se) lo dañado, es decir, reparar el daño que le hubieran hecho y reparar el daño hecho a otros, tal vez el trabajo colectivo en lo curricular incluyendo la reparación como eje esencial del trabajo que atraviese los contenidos educativos, sea una forma simple de ir al nudo del problema.

Si el vacío está íntimamente ligado al daño, al daño propio, al daño por ausencia de amparo, al daño por violencias físicas y/o psicológicas, al maltrato en todas sus formas, al abuso sexual, físico y/o psicológico; tal vez sea el llevar al espacio educativo lo dañado para ser reparado con los otros, pares y adultos, con los que se comparten infinitas horas del día. 

Dibujo de un niño de 10 años sobre la inclusión.

Un niño de diez años me hace un dibujo cuando le pregunto si pudiera dibujarme como se sentía con el maltrato de sus pares dentro de su escuela primaria (había sufrido bullying sin intervención de ninguna instancia escolar desde los 5 hasta los 10 años por tener una estatura y peso mayor al resto). Hace tres secuencias: la primera tiene tres figuras desde el más pequeño y frágil hasta el más alto y fuerte; en la segunda me dice que es como la escuela, donde le dan a todos lo mismo para que se arreglen como puedan; la tercera me dice cómo debería ser la escuela donde el más frágil tenga alguna forma de suplencia que haga las diferencias tolerables o que, por lo menos, la diversidad no sea una forma de crueldad, manipulación o sometimiento.

¨Se podría definir el modelo interno operatorio como la representación que nos hacemos de lo que nos ha sucedido y de nuestra forma de establecer relaciones afectivas¨ (Cyrulnik, 2011. P.43)

Hoy sabemos que podemos hacer algún cambio con aquello que posiciona a un sujeto en un lugar rígido, construyendo alternancias y proporcionando salidas válidas dentro de los espacios sociales para procesar, elaborar o transformar aquello que impide el orden de la satisfacción. Así dejamos rastros para que el sujeto en extremo desvalido tenga opciones de salida sin quedar preso de la crueldad o la indiferencia social. 

¨Cuando un accidente (a los niños) les priva de alteridad, adquieren una aptitud para reaccionar al stress centrándose en ellos mismos. Si hay alguien cerca, aprenden a orientarse hacia esa figura de apego para encontrar seguridad. Pero cuando las circunstancias precoces les han privado de un objeto sensorial externo, han aprendido a orientarse hacia el único objeto de que disponen: su propio cuerpo. Sus balanceos, los giros sobre sí mismos, sus autocontactos proporcionan estimulaciones sustitutivas (…) y cuando la emoción es demasiado fuerte para ellos, se autoagreden violentamente. ¨ (Cyrulnik, 2011, p.81) 

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Entonces, ¿qué introducir en el espacio educativo para que permita una alternancia a las múltiples apariciones del vacío que se dan en el mundo actual? ¿Qué pueden los educadores, la institución como grupo socializante, hacer dentro de sus paredes para que la fragmentación no se imponga en los sujetos adolescentes de hoy? Es el infante desde su ingreso a la 1ª instancia educativa el motor de un cambio promotor de subjetividades, más aún de lo que hasta hoy haya hecho el espacio educativo. Tal vez eso sea el genuino hacer frente al vacío que la globalización de salidas rápidas instala.

¨Si adherimos al cambio sustancial que la teoría del Apego introdujo para pensar los vínculos del niño podríamos sostener entonces que las ¨figuras de apego¨ que se construyen en los 1eros años tendrán el destino de construir ¨modelos operativos internos¨ que favorezcan, de alguna manera, al modo en que ese niño se posicione en la adolescencia y en la adultez (Bowlby, 1979)

Revisar nuestra práctica. Revisar nuestras respuestas, Recomponer nuestras metas. Revalorizar nuestros ideales. Reproducir un universo de amparo y guía dentro de otro más amenazante. Estas son las variadas formas en las que lo educativo pone en juego su ética particular como institución. 

Trabajar en conjunto es aceptar que a veces el fracaso nos lleva a reconducir un camino. Cuando los adultos pueden decir que se equivocan y no persistir en el error, algo puede esperarse. Cuando los adultos pueden encontrarse con otros adultos sin esgrimir la violencia ni la intolerancia sino el acuerdo y, en el mejor de los casos, los proyectos realizables no ilusorios, los paradigmas de fracaso y desasosiego que se evidencian en la frecuente demanda en salud mental de jóvenes serán menos arduos para reconstruir. Trabajar en dispositivos clínicos, supervisando la tarea y aceptando las correcciones y aportes que otros desde una mirada equidistante y objetiva puedan hacer, ya es ir a contramano de una mirada unívoca, sin fisuras, que intenta afirmar que “nada es cambiable” o que es “otro el que tenga que mejorar lo que no anda bien”. Poner el acento en el adentro, en lo propio, en lo que cada uno/a pueda aportar para mejorar lo que no funciona, lo que no se logra, es el punto de inicio a un cambio genuino. (Altavilla, 2019, p.143)

A los seis meses de un espacio de análisis arduo y difícil, la adolescente de 14 años del inicio de este trabajo refiere: 

¨Y bueno…el colegio no será lo mejor porque van sin ganas (las docentes); pero hoy vengo a ver cual de todas las materias de este año a mi me cierra, porque quiero escribir (había comenzado a narrar ficción donde lo autobiográfico era evidente y trabajamos sobre comenzar un taller literario para adolescentes) Las ideas de matarme a veces aparecen, pero casi nunca, creo que es cuando me aburro y estoy sola. Pero ya encontré que me gusta hablar, acá me gusta hablar, (…) pero por ahí en el taller de marzo algo se pueda. (…) Ah…te quería contar que pensé que entre todas las materias plomazas encontré una interesante. Creo que voy a elegir la de Medios Audiovisuales¨

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Bibliografía

  • Bowlby, J. (1979) Vínculos afectivos: Formación, desarrollo y pérdida. Madrid: Morata

  • Paolicchi, G. et al. Apego y juego: Marcas epocales en la conformación de las funciones parentales. Anuario de investigaciones. [online]. 2012, vol.19, n.2 [citado 2025-02-24], pp.243-254.

  • Altavilla, D. (2023) ¨Desvalimiento y reparación: Ética para un psicoanálisis situado¨ 1ª ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Ed. Entreideas. 

  • (2020) ¨Suicidio y autolesiones: impacto, consecuencias y estrategias clínicas¨ 2ª ed. Cdad. Autónoma de Buenos Aires: RV ed.

  • (2020) ¨Babel. Cuando el silencio marca el desborde¨ en Educación sexual integral en una sociedad hiperconectada : estrategias didácticas para el trabajo con cine y series en el nivel medio / Elizabeth Ormart…[et.al.] 1ª ed. Cdad. Autónoma de Buenos Aires: SB ed.

  • (2022) ¨Suicidio y autolesiones en adolescentes: coordenadas clínicas ante lo disruptivo del entorno¨ en ¨Clínica con adolescentes¨ Silvina Ferreira dos Santos (comp.) 1ª ed. 2ª reimp. Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Entreideas Ed.

  • Aulagnier, P. (2004) La violencia de la Interpretación. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Amorrortu.

  • Cyrulnik, B. (2011) Cuando un niño se da muerte. 1ª ed. Barcelona, España : Gedisa Ed.

Dra. Diana Altavilla
Dra. Diana Altavilla

Psicóloga. Psicoanalista. Dra. en Psicología. Investigadora en Problemáticas de Lo autolesivo. Asesora del MSN en Lineamientos de atención para niños y adolescentes y riesgo. Pte. Capítulo Suicidio y Lo autolesivo de la Asociación Argentina de Salud Mental. Representante IASP y OPS para Unidades Centinela. Docente UBA y USAL. Miembro de Forum Infancias. diana.altavilla@gmail.com