Memoria del Trauma

La memoria del trauma, el trauma de la memoria

Finalmente, cuando definimos el trauma hablamos de evento traumático; cuando hay efracción de lo real que cae bajo el individuo, un real imposible de anticipar, y a la vez imposible de evitar. Un real, que parece excluir la incidencia del inconsciente, o del deseo propio del sujeto que padece el trauma. Entonces, hablamos del trauma cuando hay una efracción del dolor, del sufrimiento, del espanto, por vía de un encuentro inesperado”.

Aunque resulte paradójico, Freud sostiene que la única posibilidad de olvido es el recuerdo, pues éste constituye la condición que permite al aparato psíquico delimitar, recortar un pasado. De lo contrario el trauma tiende a repetirse compulsivamente en un eterno presente que no cesa y el sujeto permanece ubicado en la misma situación que intentaba evitar”.

A modo de introducción y aclaración

Agradeciendo la generosa invitación a escribir hemos decidido hacer un esbozo de las turbulentas consecuencias del trauma sobre la expresión de los recuerdos como representantes de la memoria. Hablamos de procesos sumamente trabajosos que reclaman formación y experiencia para poder ser acompañados. Rescatamos los indicadores emocionales como el certificado de una victimización evidente. Se trata de un proceso de alto contenido simbólico que está en las antípodas de la formación de síntomas.

Sostenemos que el trauma deviene de la irrupción perversa de la sexualidad adulta significativa  sobre la sexualidad en ciernes de un niño, niña o adolescente. Que el estímulo es necesariamente traumático y  paraliza temporalmente las formas habituales de afrontamiento. Por eso hablamos de victimización. Es necesario entender el concepto de víctima desde su más profunda acepción. Los conceptos con los que se lo ha pretendido reemplazar son encubridores. El trabajo de reasunción subjetiva hará el resto.

Memoria del Trauma

Trauma, memoria, recuerdo

La revictimización de niñas y niños es un proceso inevitable en algunos casos pero altamente intencional y sádico en otros cuando se judicializan procesos de violencias y maltratos que han padecido, pero sobre todo cuando han sido objeto de violencia sexual, esencialmente intrafamiliar. El blanco de los ataques es la memoria de la víctima, sus diferentes formas y expresiones.

En términos básicos, la revictimización es el proceso dentro del cual el niño o la niña suele revivir lo padecido durante el hecho o proceso traumático. Inevitable en los primeros tramos del proceso judicial ya que el relato es una prueba privilegiada; dañino y estigmatizante luego cuando esencialmente lo que se busca es convertir en inapreciable su palabra. Estamos en los dominios perversos de “los/las niños/as mienten”. Lo que se intenta es descalificar  las expresiones de la memoria ya sea porque “recuerda demasiado bien” o es “muy confuso”. En definitiva de lo que se trata es de desmoronar la riqueza fundamentada tanto de las características de la memoria en la niñez como de sus procesos de construcción.

Memoria y expresión verbal de la misma constituyen el paredón contra el cual algunos actores del proceso judicial buscan fusilar la palabra del niño. La frecuencia de este aparente sinsentido nos llevó a plantear lo siguiente y luego interrogarnos:

“El cachorro humano, nace en absoluta indefensión y dependencia. Su  supervivencia dependerá exclusivamente de los adultos responsables y su capacidad y predisposición para brindarle herramientas idóneas para habitar el mundo. Estos irán “prestando” pies, manos y soporte para que el niño finalmente pueda pararse, sostenerse, caminar; andar por el mundo.

Paralelamente, va haciendo su ingreso al universo simbólico, el plus de la cultura al que se accede a través del lenguaje. Serán los adultos significativos quienes irán dotando de sentido a los sonidos que luego serán las palabras. No hay lenguaje sin vocabulario posible si no es a través del otro. También se le van prestando las palabras. La clínica es testigo de lo que ocurre cuando el estímulo amoroso está ausente en esta etapa crucial. 

No hay maduración sin el otro, no hay crecimiento sin el otro. No hay lenguaje sin el otro. 

¿Cómo fue que este acto de amor pasó a ser manipulación? ¿Cómo es que la buena palabra pasó a ser mala? ¿Cómo fue que al acto de asistir al niño para que venza el miedo y hable de sus angustias y sus padeceres devino contaminación? ¿Cuándo fue que el acto fundante de la comunicación humana pasó a ser delictuoso? ¿Porqué ocurrió que esos grandulones, jueces, fiscales, abogados, psicólogos, se ensañaron tan salvajemente con las palabras de los niños que revelan abuso sexual?”

La extensa cita retrata las formas usuales de las revictimizaciones intencionales. El ataque a la expresión y sus formas es fundamentalmente hacia la memoria.

El recuerdo es la posibilidad de expresión de todo lo que está guardado en la memoria."

Moty Benyakar, con un criterio clínico impecable sugiere no dar por sentado los efectos supuestos de lo disruptivo. Será a posteriori, dice, que podrán establecerse los alcances de lo padecido. Las herramientas de exploración que nos propone son altamente valiosas y necesarias. No obstante, en la problemática de las violencias sexuales nuestra experiencia registra un alto monto de traumatización y recurrentes formas de afectación a la memoria y por ende, a los procesos de subjetivación.

Es necesario tener en cuenta el proceso de disociación y en ocasiones de “splitting” para entender a su vez los derroteros de la memoria. Cuando la disociación empareda la memoria, la apariencia normal es un blef que encubre una personalidad empobrecida por la coagulación de la expresión de los recuerdos y que deviene en diagnósticos subjetivantes e invalidantes de un desarrollo adecuado.

Hace más de 20 años que el “Fórum Infancias” advertía sobre estos entramados complejos y el erróneo encauzamiento en procesos de medicalización y medicamentalización. 

Virginia Berlinerblau, desde su dilatada experiencia como psiquiatra en el Cuerpo médico forense de la Suprema Corte de Justicia ha plasmado conceptualmente sus observaciones de las cuales, lo primero que se desprende es que la memoria de la niñez es diferente en su estructura y manifestaciones que la de un adulto, pero también aporta que tampoco es la misma en las diferentes edades, que hay patrones que permiten distinguir la variación etárea. Va de suyo que concebimos la memoria como un proceso de construcción que, de la misma manera que la subjetividad, interactúa con el medio circundante. 

El trabajo de la autora es de lectura necesaria para quienes incursionan en la tarea con niñeces judicializadas.

Berlinerblau afirma que las respuestas de los niños a preguntas de final abierto son certeras en alto grado. Es decir qu:

si se les permite contar sus propia historia con sus propias palabras y sus propios términos, los niños pueden dar testimonios altamente precisos de cosas que han presenciado o experimentado, especialmente si para ellos son personalmente significativas o emocionalmente remarcables."

La experiencia también nos muestra que la pertinencia y conocimientos del entrevistador puede tener incidencia en el relato. Saber por ejemplo que los niños más pequeños acotan su relato ante preguntas abiertas y que los mayores lo suelen enriquecer cuando tiene un marco abierto al desarrollo es fundamental. De esto hablamos cada vez que planteamos la necesidad de recrear las condiciones para que el relato fluya.

Una aclaración necesaria. No estamos sinonimizando memoria y recuerdo. El recuerdo es la posibilidad de expresión de todo lo que está guardado en la memoria.

Algunos estudios de otra época concluían en que el trauma dañaba y hasta borraba la memoria. Hoy sostenemos conclusiones diversas. 

El trauma afecta la memoria pero rara vez la silencia. Lo sabemos desde Freud y sus investigaciones acerca de cómo entender la construcción de síntomas a partir de los retazos de retorno de lo reprimido. Y aquí termina la comparación ya que en la violencia sexual de lo que se trata es de un impacto que nos obliga a hablar de un arrasamiento psíquico de alta intensidad.

Es decir, sabemos entonces de la idoneidad de niños y niñas para dar testimonio de lo padecido. También que el ejercicio de la memoria es posible y que en todo caso no son ellos quienes no pueden decir sino más bien que por negligencia en la formación, posicionamientos ideológicos o afectación personal, suele no captarse la memoria  sus retazos que de una u otra forma está siempre presente, como lo devela la presencia universal de indicadores emocionales ya suficientemente validados.

Un niño, una niña, responderán siempre como tales, con palabras y con una concurrencia de signos que cobran sentido en el contexto.

Entonces

La mayoría de los hijos de desaparecidos restituidos a sus familias cuentan sueños, dibujaban cosas, tenían retazos de recuerdos que rara vez encontraron eco. La memoria también necesita de otro que le dé sentido finalmente. Eso se suele llamar escucha empática. Sin memoria no hay justicia tampoco aquí. Se entenderá por qué tantas veces se obtura la escucha de sus representantes.

Bibliografía

  • Merlin, Nora. (2018). Trauma y memoria. Dossiê – Educação feminina: história e memória • Educ. rev. 34 (70)  https://doi.org/10.1590/0104-4060.58766 

  • Soler, Colette. (1998). El trauma. Conferencia pronunciada en el Hospital Álvarez, el 15 de diciembre de 1998. https://www.academia.edu/36369610/Colette_Soler_EL_TRAUMA 

  • Garaventa, Jorge. (2019). Todo está guardado en la memoria. En Abuso sexual en la infancia – Abordaje desde el dispositivo de Cámara Gesell. Editorial LI-bros. Buenos Aires, Argentina.

  • Benyakar, Moty. (2003). Lo disruptivo.  Amenazas individuales y colectivas: el psiquismo ante guerras, terrorismos y catástrofes sociales. Editorial Biblos. Buenos Aires, Argentina.

  • Fórum Infancias. (2003). Consenso de Expertos del área de la salud sobre el llamado “Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad”. https://www.jorgegaraventa.com.ar/consenso.htm .

  • Berlinerblau, Virginia. (2005). Evaluación psiquiátrica forense de niñas, niños ante denuncias de abuso sexual. En Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes. Perspectiva psicológica y social. Espacio Editorial. Buenos Aires, Argentina. 

     

Jorge Garaventa
Lic. Jorge Garaventa

Jorge Carlos Garaventa

Licenciado en Psicología UBA

Diplomado en “Prevención y Tratamiento de la Violencia”.

Diplomado en “Transmisión de memorias traumáticas y sus efectos”.

Docente en la «Especialización en intervención frente al Maltrato y la violencia sexual contra las infancias»- Universidad de Luján.

Co Director del Curso de postgrado de actualización: “Detección, prevención y asistencia a NNyA agredidos sexualmente. Abordaje Interdisciplinario”

Coordinador del área de Estudio sobre Victimología del Instituto de Estudios e Investigación en Psicología Jurídica y Derechos Humanos.

Supervisor clínico de la  APBA. 

Auditor del convenio de asistencia a víctimas de violencia vial. (FEPRA- ANSV).

Autor de. “El cuerpo enajenado en la intrusión del otro”. (2024). Ricardo Vergara Ediciones.

Coautor en más de 30 libros de la especialidad.