La memoria tiene múltiples sentidos y se sostiene en distintos campos disciplinares y a su vez desde distintos universos conceptuales.

Proponer la memoria como tema, responde a  una búsqueda  enraizada en lo histórico y social, en lo individual y lo colectivo, en las formas organizacionales que se construyen en nuestra sociedad: las escuelas, los hospitales, las familias, las instituciones de protección de derechos, miradas desde diferentes perspectivas.

Escuchamos: Memoria, verdad y Justicia. 

Hablar de la memoria es construir un recorrido sinuoso, que se detiene en distintos puntos que invitan a pensar. Memoria, en este sentido, es Historia y Pensamiento.

La memoria de lo traumático, tanto en el plano de lo individual como de lo colectivo no se limita ni se elabora sólo con el recuerdo, que, etimológicamente, significa “volver a pasar por el corazón”. Porque a veces, no recordar, ayuda a evitar el dolor más profundo.

Recordar para no repetir supone la existencia de determinadas condiciones, y, en este sentido, por ejemplo, a la vez que en el mundo se plantea el horror del holocausto, ganan las elecciones quienes reivindican los grupos más ligados a las ultraderechas y sus intereses económicos.

Nuestro país no escapa de esto y es preciso un cuestionamiento profundo acerca de qué nos pasa como sociedad al (no) hacer memoria.

Entonces, ¿Qué es hacer memoria?

Desde distintos campos, la memoria puede concebirse en su función cognitiva con sus concomitantes neurobiológicos: memoria a largo y corto plazo, memoria operativa, de trabajo, como almacenamiento de información como así también  de espacio de elaboración de lo traumático  tanto en lo social como en lo individual.

En este sentido, la memoria adviene como una función subjetivante. Recordar, reconstruir, dar sentidos también nos hace sujetos.

Estamos en tiempos difíciles, no sólo complejos. 

La escuela, en general, como forma organizacional, se ha fortalecido en su función de promover la reproducción de información, más alejada de las elaboraciones, que se plantean de modos contradictorios: “a los niños hay que darles tiempo, pero va más lento que el resto”; “me presionan para que dé estos contenidos”, “le explico y no le queda nada”, “conversan mucho”. La memoria adquiere aquí una forma que, al centrarse en la reproducción, privilegia su función de almacenamiento de datos.

Sabemos, suponemos, que la memoria es también cuerpo, excede el modelo computacional vigente: procesamiento, velocidad, input, output, ¿qué lugar ocupan estas funciones en relación a la construcción de sentidos?

La Memoria es pensada desde nosotros como herramienta para recordar y elaborar, desde lo estratégico consciente y desde sus funciones más al límite de la conciencia; para que sea una práctica emancipatoria debe estar sostenida desde los lazos, desde los vínculos de solidaridad, de cooperación, en relaciones de semejanza más que de competencia por el éxito individual.

La Memoria, así, es pensada en su función subjetivante, porque nos confiere una identidad en movimiento, situada y comprometida.

Recordar las tablas de multiplicar, unas efemérides, un cuento, un procedimiento para realizar un trabajo requerirán, siempre, una posición subjetiva de corresponsabilidad y acompañamiento, con las asimetrías necesarias para marcar los bordes de lo posible, de los ideales y de estar-sobre todo los niños- protegidos de ciertas contingencias y azares.

Memoria, entonces, más que historia, es proceso de historización.

Secretaría de Publicaciones de la Asociación Civil FORUM INFANCIAS 

Integrantes: Nadina Goldwaser, Ana Kurtzbart, Joana Rowinski, Melina Touson, Juan Vasen, Mariana Wassner.