Hacer Escuela en tiempos de Desamparo
He visto el otro país
Descalzo en el arenal
Con ojos de cunumí
Preguntándonos por la dignidad
Teresa Parodi
Una visión pedagógica sobre los cambios promovidos por el paradigma liberal
Si la pandemia nos dejó algún aprendizaje es que la escuela es algo más que un edificio, ciertas rutinas, ciertas disposiciones. Lo importante es el acto educativo, la relación que se establece entre el conocimiento, el/la docente y el/la alumnx, dentro de una institución en determinada trama social. El acto educativo inscribe a los y las estudiantes dentro de una cultura, una historia, un dispositivo, un proyecto que le da sentido. Pero, ¿cómo se establece esa particularidad de acto pedagógico dentro de un contexto de retiro del Estado que le da sustento? ¿Cómo enseñar y aprender cuándo se ponen en cuestión ciertas seguridades sobre las que se construyó el sistema escolar sin que se propongan alternativas superadoras, sino que lo que se ofrece es sólo un “sálvense quien pueda”? Para poder existir, la escuela como institución, supone la existencia de un estado-nación que le dé sentido, que le dé sustento.
La construcción de sentido común que sostiene la ideología liberal/libertaria, pondera la libertad absoluta como base para las relaciones sociales, disputando y estigmatizando cualquier noción de derechos colectivos. Esta forma de pensamiento cuestionó la autoridad de la política como forma de transformación social y con ello sentó las bases para el cuestionamiento de la autoridad en sí misma. Es claro que esta construcción no se inicia en el último año, ni que no hubiese motivos reales para determinados planteos acerca de la efectividad de las políticas públicas, pero esta visión descarnada de la sociedad deja librada a cada persona a sus propios recursos personales, sin ofrecerle una base común, ningún punto de partida en el que asentarse para poder desarrollar sus potencialidades. Si la sociedad es desigual (y claramente lo es), este principio de libertad aislado, no permite construir igualdad ni fraternidad, principios rectores que impulsaron la ideología predominante desde la Revolución Francesa. Esta visión meritocrática, profundamente autoritaria, no cuestiona la raíz reproductivista de las desigualdades que sostiene el sistema educativo, tal como lo plantean las corrientes pedagógicas críticas. Vemos que estas concepciones, que no se refieren sólo a lo económico, lejos de solucionar los problemas del sistema educativo lo agravan. Deja a las personas pertenecientes a la comunidad educativa a la intemperie social.
Como es sabido, el vínculo docente/alumno es un vínculo asimétrico. Se basa en la autoridad del/ de la docente, autoridad de conocimiento, que posee además una institucionalidad que avala su accionar. Los estados nacionales, dan sentido a esta autoridad. Cuando este Estado es debatido en su misma base, quita de autoridad a la función docente. Esto se ve agravado por los discursos que señalan a los y las docentes, y a sus posibilidades de organización y resistencia a medidas antiderechos, como causantes de la crisis que vive la educación.
He visto el otro país
Vestido de soledad
Durmiéndose en el andén
Sin tener a qué puerta golpear
Teresa Parodi
¿Qué puede, qué debe, hacer la escuela con las poblaciones que, cada vez en mayor porcentaje, son vulnerabilizadas, son llevadas por las políticas económicas por debajo de la línea de pobreza, incluso de indigencia? Es sabido que cuando el hambre impera, resulta casi imposible poder concentrarse, poder aprender. La función de la escuela se desplaza así de lo pedagógico al de asistencia social. Debe, para poder enseñar, primero cubrir necesidades básicas, no como un complemento, sino como su ocupación principal. Se suma a esto que muchos de los y las docentes ven caer su propio poder adquisitivo y temen no llegar a cubrir sus necesidades básicas, aun teniendo trabajo. Esto hace complementariamente que deban trabajar más, lo que va en detrimento de sus posibilidades de ofrecer calidad en la enseñanza. Además, por consecuencia propia de la visión individualista descontextualizante, a la vez que genera pobreza, inculpa a las propias personas de sus consecuencias.
He visto el otro país
Pidiendo la libertad
De aquellos que encarceló
Sin explicación tanta impunidad
Teresa Parodi
Otra de las funciones atribuidas a la escuela, es la construcción de ciudadanía. La edificación del sistema educativo estuvo, desde sus inicios, ligado a la construcción de un modelo de país. El pasaje de ciudadano a consumidor, propio de la ideología liberal que pondera el mercado por sobre otras identidades, vacía de contenidos la posibilidad del sistema educativo de esta construcción social. ¿Qué hacer desde la escuela cuando la integralidad del país está puesta en jaque y se permite su desmembramiento, real o simbólico? Desde el paradigma liberal el Estado no debe poner restricciones al interés de las empresas, por lo que permite que empresas internacionales hagan uso y abuso de los recursos naturales. Desfondan el sentido mismo de los fundamentos propuestos para el estado moderno.
Otro de los aspectos de la formación cívica se relaciona con las instancias participativas y la resolución pacífica de los conflictos de convivencia. ¿Qué hacer con este tipo de dispositivos y con el aprendizaje de resolución pacífica de las diferencias, cuando se ven cuestionados? La irrupción del mercado como mantra, sin tener en cuenta las diferencias de poder preexistentes, deja librado al poder del más fuerte las formas de resolver la conflictividad propia de cualquier grupo humano. Cuando interviene, el estado lo hace para reprimir las protestas. Muestran, desde un lugar de poder público, una forma de abordar los conflictos que no pondera el disenso y la resolución pacífica. Promueven una cosmovisión de imposición por la fuerza que no facilita los acuerdos entre partes, ni promueven la expresión de las diferencias ni la participación.
Lo miré soltar su esperanza al viento
Como una pandorga de sol en vuelo
Lo miré volver del trabajo incierto
Con el puño alzado lo sigo viendo
Teresa Parodi
La educación, más allá de que la gestión del establecimiento sea estatal, privada o comunitaria, es un derecho y por lo tanto pública, responsabilidad del Estado. La lógica del mercado, que impone su sentido común, sustituye la lógica del Estado, vacía de sentido a las instituciones que no tienen como fin la ganancia. Genera lo que Ignacio Lewkowicz metaforiza como “la escuela como galpón”. Instituciones que no tienen poder de instituir ni son instituidas socialmente. Vista así, sólo quedan edificios, reglamentos, rutinas, sin poder subjetivante. Es una escuela donde a lo sumo se permanece, se está, pero no se aprende. Al menos no de forma significativa, no un aprendizaje emancipador.
El aprendizaje, entonces, no está dado por la pertenencia institucional, sino que recae principalmente y casi exclusivamente en las habilidades de los agentes interactuantes.
La escuela como galpón, deja de ser un lugar de cuidado, que tiene posibilidad de establecer una diferencia con el exterior amenazante para convertirse en un lugar con poco resguardo.
Visto de esta forma, no puede establecer un proyecto a futuro, no inscribe a las comunidades educativas en un relato que les dé sentido. Vive un puro presente que se ve agravado por la competencia con los Medios de Comunicación y las redes sociales, donde impera el minuto a minuto, la necesidad de lo instantáneo.
Lo miré pelear defendiendo un sueño
Lo miré en tus ojos, che compañero
Tan intensamente lo sigo viendo
Lo sigo viendo…
Teresa Parodi
Pero entonces, ¿Qué hacer desde la escuela? Una primera propuesta se relaciona con reconstruir lazos, entramar, sostener vínculos. Frente a un entorno agresivo, tanto de forma material como simbólica, que expulsa población del sistema, lo primero es crear son redes de sostén. Redes institucionales que sostengan a los niños, niñas y adolescentes, pero también a los adultos y adultas que se vinculan con la escuela. Construir ciudadanía, hacer efectivos los derechos, reconstruir el contrato pedagógico.
Proponer formas de aprendizaje innovadoras, que incluyan nuevas tecnologías, no como una mera necesidad del mercado, sino como una forma de aprendizaje que tiene un valor en sí misma.
Transformar el presente en un presente que incluya y que se inscriba en una historia, ligarlo a un pasado, proyectarlo a un futuro. Asumir con compromiso, con la ciudadanía y los derechos humanos.
Sabemos que proponemos una tarea titánica, contrahegemónica, pero es una tarea necesaria, diríamos que urgente e imprescindible.
Bibliografía
- Agostinelli, G. – “Falacias Libertarias” – CICCUS – Bs. As. Argentina -2023
- Corea, C; Lewkowicz, I. – “Pedagogía del aburrido” – Ed. Paidos – Bs. As. Argentina- 2016
Lic. Gerardo Averbuj – Lic. En Sociología. Profesor de enseñanza media y superior en sociología. Especialista en problemáticas sociales infanto-juveniles.
Docente con más de 30 años de experiencia, actualmente Director Titular de una secundaria de adultos. Docente de “Práctica de la Enseñanza” del profesorado de sociología –UBA- Capacitador docente en CABA. Docente de posgrado en la Universidad de la Cuenca del Plata.
Autor de varios artículos y libros sobre educación, derechos de niños, niñas y adolescentes. Entre ellos: “La escuela no puede sola” (Ed. Ricardo Vergara); “Violencia y Escuela (Ed. Aique); “Niñez,, Juventud y Medios” (Defensoría del público); “Maltrato Infantil. Orientaciones para actuar desde la escuela” (Min. de Educación)